CIUDAD DEL VATICANO.- El primer encuentro entre Cristina Fernández de Kirchner y Jorge Bergoglio desde su designación como Papa fue más amistoso que los que mantuvieron los últimos tiempos en Buenos Aires. Estuvo cruzado por el buen humor y hasta por un par de chanzas.
Ante una broma inicial de Francisco sobre su edad, la jefe de Estado respondió: "No es cierto, usted es un cuadro de la Iglesia".
Cristina le llevó un equipo de mate, que abrió prolijamente para mostrarle cada uno de sus elementos (un termo de acero inoxidable, un mate con borde de alpaca y una azucarera haciendo juego, hechos por la fábrica Manos Argentinas. El Pontífice le retribuyó con una mayólica con la imagen de la Basílica de San Pedro.
En un momento, la mandataria estiró el brazo para agarrar del codo al nuevo Pontífice pero, antes de hacerlo, le detuvo y le dijo: "Ay, no, no puedo tocarlo". "Sí, puede tocar, puede...", respondió el Papa, y se inclinó para darle un beso en la mejilla, lo que provocó una broma de la mandataria: "Nunca un Papa me había besado".
Si bien en principio se creía que sería de pocos minutos, Bergoglio invitó a Cristina Kirchner a "tomar unos mates".
El protocolo para las audiencias papales prevé, para las mujeres, mangas largas, vestidos formales negros y un velo en la cabeza. Sin embargo, desde hace unos años las normas que rigen la indumentaria son menos estrictas. La mandataria argentina mantuvo el luto, y solo tuvo un detalle blanco con un collar de perlas. LA GACETA